’ Tenemos para ello un buen maestro ’


En la misión eclesial somos enviados, precursores

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’ Tenemos para ello un buen maestro ’
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Mayo 15, 2019 22:47 hrs.
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Jueves 16 De Mayo 2019

La Palabra de Dios

Primera lectura
Hch 13, 13-25
En aquellos días, Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos; llegaron a Perge de Panfilia, y allí Juan Marcos los dejó y volvió a Jerusalén. Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia, y el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron decir: "Hermanos, si tienen alguna exhortación que hacer al pueblo, hablen".

Entonces se levantó Pablo, y haciendo señal de silencio con la mano, les dijo:

"Israelitas y cuantos temen a Dios, escuchen: El Dios del pueblo de Israel eligió a nuestros padres, engrandeció al pueblo cuando éste vivía como forastero en Egipto y lo sacó de allí con todo su poder, lo alimentó en el desierto durante cuarenta años, aniquiló siete tribus del país de Canaán y dio el territorio de ellas en posesión a Israel por cuatrocientos cincuenta años. Posteriormente les dio jueces, hasta el tiempo del profeta Samuel.

Pidieron luego un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que reinó cuarenta años. Después destituyó a Saúl y les dio por rey a David, de quien hizo esta alabanza: He hallado a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón, quien realizará todos mis designios.

Del linaje de David, conforme a la promesa, Dios hizo nacer para Israel un salvador, Jesús. Juan preparó su venida, predicando a todo el pueblo de Israel un bautismo de penitencia, y hacia el final de su vida, Juan decía: ’Yo no soy el que ustedes piensan. Después de mí viene uno a quien no merezco desatarle las sandalias’ ".
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 88, 2-3. 21-22. 25 y 27
R. (cf 2a) Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
y daré a conocer que su fidelidad es eterna,
pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre
y mi lealtad, más firme que los cielos.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
He encontrado a David, mi servidor,
y con mi aceite santo lo he ungido.
Lo sostendrá mi mano
y le dará mi brazo fortaleza.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Contará con mi amor y mi lealtad
y su poder aumentará en mi nombre.
Él me podrá decir: Tú eres mi padre,
el Dios que me protege y que me salva’".
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio
Cfr Apoc 1, 5
R. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos,
tu amor por nosotros es tan grande,
que has lavado nuestras culpas con tu sangre.
R. Aleluya.

Evangelio
Jn 13, 16-20
En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo:

"Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos.

No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy.

Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado".
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús


Reflexión del Evangelio de hoy
En la misión eclesial somos enviados, precursores
Los misioneros Pablo y Bernabé llegan en su viaje a Antioquía de Pisidia. Van a la sinagoga y, como era costumbre, sus encargados invitan a los forasteros a que tomen la palabra y comenten las lecturas que se han hecho de la ley y los profetas. La escena recuerda en forma y contenido a la visita que Jesús hizo a la sinagoga de Nazaret, contada por el mismo Lucas en su evangelio (4,16 ss.).

El tema de las palabras de Pablo era tan actual para los judíos que le escuchaban como lo habían sido antes los discursos de Pedro en Pentecostés y de Esteban en su martirio. También ellos habían repasado la historia de Israel ante un pueblo judío que tenía muy grabada en la memoria colectiva las grandes promesas de Dios para él a través de los Patriarcas y los Profetas. Un pueblo volcado hacia el futuro para ver cuándo esas promesas se cumplirían. Todas apuntaban hacia un Salvador que tenía que venir.

En la parte del discurso de Pablo que hoy leemos apenas escuchamos un primer aspecto del punto al que se dirige: ese Salvador es Jesús. También dirá: y no lo recibisteis como tal, Dios cumplió su promesa resucitándolo y librándolo de la corrupción. Lo oiremos en los próximos días.

Pero sí oímos hoy cómo destaca Pablo el papel de Juan que, antes de la llegada de Jesús, predicó un bautismo de penitencia a todo el pueblo y aclaraba: «Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias».

Del discurso de Pablo quedémonos hoy con su conciencia de enviado (misionero) y con la imagen de Juan, el precursor, el que prepara el camino, el que dirige a sus propios seguidores hacia Jesús, el que sabe retirarse porque «conviene que él crezca y yo mengüe»… Y tengamos conciencia de que esa es también nuestra misión.

Tenemos para ello un buen maestro
En el momento supremo de despedida lo que hace Jesús es lavar los pies a sus discípulos. Y les asegura: «el criado no es más que su amo… puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica».

El gesto de Jesús de lavar los pies no es solo un acto de humildad, es también el acto salvífico que realiza para dar vida al mundo. ¡Servir engendra vida! La destinataria del mensaje es la comunidad cristiana. Si el lavatorio remite a la cruz, lo que pide el Señor es que el discípulo mire también a la cruz e imite su gesto de amor entregándose en un servicio de amor hasta el extremo, hasta dar la vida por los demás.

Servir, sentirse enviado, preparar el camino, es para la misión de la Iglesia una revelación, una revolución y un reto. Revelación de un amor que se arrodilla ante la humanidad y se desvive por ella. Revolución, porque si hasta el mismo Dios se pone de rodillas ante el ser humano, ningún ser humano tiene derecho a dominar a otro y despojarlo de su dignidad. Reto porque el ejemplo de Jesús lavando los pies de sus discípulos, el de Juan como precursor, el de Pablo como enviado, debe ser seguido por la Iglesia, una Iglesia en salida y que se hace pobre con los pobres, por amor a Jesús, su Maestro.

Fray José Antonio Fernández de Quevedo
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

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