Opinión

El Nigromante, un feminista del siglo XIX

El Nigromante, un feminista del siglo XIX
Periodismo
Enero 15, 2021 22:16 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

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Pasaban las horas y la página seguía en blanco. Por más que escudriñábamos no encontrábamos un tema para compartirlo con usted, lector amable. Ante ello, decidimos irnos a incursionar por los escritos de quien fuera la mente más lúcida de la generación de LOS HOMBRES DE LA REFORMA, Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada, a quien todos conocemos como ’El Nigromante.’ Este personaje fue un intelectual, en toda la extensión de la palabra, cuyos escritos son poco difundidos no por carecer de calidad, sino como resultado de sus posturas respecto a la religión. Asimismo, entre otras cosas, no es bien recibido por los de visión de corto alcance por sus posturas respecto a lo que debería de ser la instrucción, en especial la que se impartiera a las mujeres. Imagínense, en el Siglo XIX, proponer que las damas fueran, también, recipiendarias de conocimientos más allá de los relacionados con el hogar y la religión, eso era una blasfemia que iba en contra de las buenas costumbres. Revisemos el texto que al respecto escribiera en 1868 y apareciera editado, al año siguiente, con el título ’Obras de Ignacio Ramírez. Tomo II.’ Bajo la premisa de que se trata de una reproducción textual del escrito en cuestión, evitaremos las comillas. Vayamos a esta pieza feminista del Siglo XIX.
El Liberal mexicano empezaba por anotar que la instrucción es necesaria á todos los seres humanos; enaltece á la mujer y completa al hombre; sin ella, los derechos y obligaciones del ciudadano son un absurdo; sin ella, la multitud vive en odiosa y perpetua tutela. ¿No es verdad que todo esto es claro? Por supuesto que ninguna duda queda de un axioma de tal valor. La instrucción cambia la vida de todo aquel ser humano que accede a ella con la convicción firme de aprender y no de aparentar que desea hacerlo.
Acto seguido nos indicaba que la juventud no sólo debe ser instruida, sino también educada; y esto no se consigue sino con el trato social, presenciando desde que la curiosidad se despierta con la vida, todos los caracteres, todas las circunstancias, todas las exigencias que en el teatro de la humanidad contribuyen á que el papel individual aparezca bien ó mal representado. Esto es una verdad intemporal, nadie puede negar que ayer y hoy son palabras totalmente ciertas. Pero vayamos específicamente a la perspectiva que Ramírez Calzada tenía respecto a la forma en que las miembros del sexo femenino deberían de ser acceder al conocimiento.
Iniciaba indicando: Hemos afirmado que la instrucción de las mujeres debe ser igual á la de los hombres: algunos de nuestros lectores creerán que nos entregamos á la utopía; y otros sospecharán que repetimos maquinalmente lugares comunes, sin que nuestro sistema pueda aparecer con una forma determinada en el terreno de la práctica: conviene, pues, que expresemos con toda claridad nuestras convicciones.
No nos ocuparemos de la mujer como ha existido en los siglos pasados; máquina de placeres en unas naciones; máquina para hacer hijos y vestidos y comida en otras; y en las más un positivo mueble de lujo para los ricos, y un dependiente, el primero de los animales domésticos, para los pobres. Tampoco la consideraremos en el porvenir que desean realizar los reformadores más audaces; igual al hombre en las cátedras, en los tribunales, en la tribuna y acaso en los mismos campos de batalla. Nos fijaremos, pues, en la mujer, tal cual hoy alumbra nuestro hogar, brilla en los festines y en los bailes, desciende del altar para formar una nueva familia y se encuentra terminantemente clasificada por las leyes divinas y humanas.
La mujer tiene hoy la personalidad religiosa y la civil, y solo le falta la política; por la personalidad religiosa es ni más ni menos como el hombre, pues tiene la misma responsabilidad de sus acciones, los mismos derechos, idéntica inteligencia y las mismas esperanzas; Dios no distingue entre hombres y mujeres; y en una vida columbrada por la imaginación no se concibe la diferencia de sexos. La personalidad civil la hace apta para cuidar de su persona y de sus intereses; hasta puede ejercer la tutela: solo en la sociedad conyugal aparece subalternada; pero si su capacidad es superior á la del marido, ella puede entrar fácilmente en la administración de los bienes sociales. Así es que solo en los negocios políticos aparece la clase mujeril como un pueblo conquistado; pero entretanto que se emancipa ¡cuánta influencia no ejerce en toda clase de negocios! y ¡cosa rara! la mujer que no puede ser elector, ni alcalde, puede ser reina. Alguna revolución admirable debe salir de la situación actual cuyas anomalías no pueden explicarse. [Estimo que aquí podría hacerse el enlace con la página electrónica}
En resumen, la mujer es todo, menos lo que tiene relación con el sistema administrativo de las naciones. Pero precisamente en ese mismo caso se encuentran la mayor parte de los ciudadanos bajo los gobiernos despóticos; á esa condición del bello sexo se miran relegados en monarquías que se llaman constitucionales, muchos millones del pueblo, sólo por su ignorancia ó su pobreza; y lo mismo que las mujeres, en muchas repúblicas, no fungen en los negocios ni en los puestos públicos millares de individuos, ya por pertenecer al partido vencido, ya por su incapacidad notoria, ya por costumbre y ya también por la imperfección de las leyes. Y todo esto no es un impedimento para que la enseñanza comprenda á todos los varones; ¿por qué, pues, excluir á las hembras, sólo porque no constan en el censo de electores y elegibles?
Pero hay una preocupación vulgar que equivale á decir que las mujeres nada deben saber ó deben saber poco. Las pobres deben conformarse con saber guisar y coser; las ricas con saber vestirse; todas, en su juventud, deben competir en, gracias y artificios con las prostitutas; en su vejez deben entregarse á la devoción y al lenocinio. Los conocimientos sólidos hacen de las mujeres unos insoportables pedantes: las mujeres no deben cuidar de sus negocios, porque no los entienden y porque se convierten en tomineras [miserables, avaras]; las mujeres, aunque por su talento, por su carácter y por la legislación civil, puedan, no deben emanciparse de sus padres, hermanos y marido.
Esto se dice vulgarmente;’ pero nosotros no dejaremos sin una crítica racional tan funestos absurdos.
Una mujer, por donación ó herencia, tiene un capital considerable; es seguro que con la educación que ella ha recibido no puede administrar sus fincas, sean rústicas ó urbanas, ni hacer frente á las graves atenciones que demanda el comercio ó una industria por pequeña que sea; esa mujer capitalista tiene que entregar á ciegas sus intereses al primer varón que se le presenta. ¿Qué sucede? Entre mil casos de esa especie, novecientos noventa dan un resultado que todos conocemos; los padres, los maridos y principalmente los hermanos y otros parientes, se entregan al despilfarro, y la víctima debe recibirlos con sonrisa, so pena de pasar como un monstruo de desamor y de avaricia. Si la mujer, con esos elementos, no puede conservar su capital, menos puede formarlo; y la prostitución es su único recurso y consuelo. Ya sería muy grave tan triste y oprobiosa situación si sólo recayera en las mismas mujeres; pero el mal es intolerable si atendemos á que generalmente pesa entero sobre los hijos, para quienes la orfandad siempre es un horror á la sombra de una madre inepta, por amorosa que sea.
Consolad ahora, consolad á esos millones de mujeres á quienes sus hermanos, amantes y maridos arruinan cada día; consoladlas diciéndoles: "no tenéis alimento, ni vuestros hijos tienen educación; estáis á las puertas del hospital ó de la prisión; pero ¡qué gusto! no os habéis degradado hasta llevar un libro de cuentas, hasta celebrar personalmente vuestros contratos, ¡hasta ver en una persona querida un deudor! Dios nos libre de una mujer que se ocupa de negocios; pierde su romanticismo y su coquetería."
Las mujeres deben cuidar de su persona y de sus intereses lo mismo que los hombres; y para eso es necesario instruirlas, é instruirlas profundamente y en toda clase de negocios prácticos. El romanticismo es un lujo, y se aviene mal con la pobreza y la ignorancia; el romanticismo de una tonta cuesta un par de pesos en cualquiera establecimiento sospechoso.
Muchos ladrones cercan á las mujeres; por lo menos salvémoslas de aquellos que fingen quererlas para arruinarlas. Pero fuera de ese interés personal, la instrucción de la mujer tiene una misión de primera importancia en las relaciones sociales; no hay necesidad de encarecer la conveniencia de difundir sólidos conocimientos por todas las clases del pueblo; para esto no bastan las escuelas; los primeros diez años de la vida humana pasan en poder de las madres, parientas y otras mujeres; en esa temprana edad mucho se aprende, y puede aprenderse mucho más: cuánta diferencia resultará entre una niñez pasada entre mujeres instruidas, y nuestra actual infancia que sigue amamantándose con miserables consejas! La curiosidad del niño busca de preferencia á las mujeres, con la esperanza de quedar satisfecha; prodiga sus preguntas sobre objetos reales; y en lugar de cosas se le enseñan palabras; en lugar de observaciones se le contesta con cuentos; y diez años pasan sin que las semillas de las ciencias positivas se hayan esparcido en esa inteligencia naciente donde no todo florece de pronto pero sí todo vegeta.
La instrucción pública, científica, positiva, no será general y perfecta sino cuando comience en la familia; la naturaleza no ha querido que las mujeres sean madres sino para que sean preceptoras.
Para el siglo XIX esta pieza de Ramírez Calzada era profundamente subversiva. Movía los cimientos de una sociedad en donde la abrumadora mayoría de las mujeres estaban condenadas a la ignorancia y el acceso a la participación en la vida de la nación más allá de los limites del hogar. Pero la perspectiva del Nigromante era una condición necesaria para que la patria pudiera dejar atrás viejos atavismos a los que la había condenado el control de una iglesia católica que a toda costa buscó evitar que el pensamiento racional se hiciera presente. Era necesario romper con esa barrera y permitir que el acceso a la instrucción se diera sin importar la condición de género. Nunca se plantearon falso dilemas de paridad en función de ello. Simplemente, se trataba de que todos tuvieran acceso a la instrucción y en función de las capacidades intelectuales de cada uno, se fueran decantando conforme a ellas. Porque las premisas falsas de que la igualdad se ha de dar en función de pertenecer a uno u otro sexo era algo que no se contemplaba. Aquella generación no andaba con correcciones políticas falsas. Desafortunadamente, hubieron de pasar muchísimos años para que se permitiera la participación de las mujeres en todos los ordenes de la vida nacional. Sin embargo, hoy a más de 150 años de distancia, la única formula que han encontrado los políticamente correctos para tratar de aparecer como incluyentes es aplicar tabla rasa como si el género per se fuera lo que determinara capacidades intelectuales. Eso sí, en cuanto encuentran una dama con calificaciones intelectuales de excelencia, inmediatamente se dan a la tarea de buscar impedir su avance y la descalifican con todo tipo de epítetos. Son los mismos eunucos del Siglo XIX ahora portando ropajes distintos en el XXI.vimarisch53@hotmail.com
Añadido (21.5) En nuestro Añadido (4) del 14 de marzo de 2020 escribíamos: ’El Metro de la CDMX está convertido en una auténtica bomba de tiempo. En 23 años de gobierno de ’izquierda’ poco se han preocupado por proveerlo de tecnología moderna y lo raro es que no se tenga una mayor cantidad y, más graves, accidentes. De ampliaciones, mejor ni hablar, la Línea 12 es el mejor ejemplo de lo que no debe de hacerse.’ Ahora apuntamos, no se requerían dotes de adivino, eso era tan evidente que se podía percibir a cientos de kilómetros de distancia.
Añadido (21.6) Otra aportación a la gustada serie ’Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre.’ El CEO de la organización más antidemocrática que haya existido en toda la historia de la humanidad está muy preocupado por lo que suceda con la democracia en los EUA.
Añadido (21.7) ¿Acaso las autoridades de la CDMX no han leído los estudios publicados por científicos serios en revistas internacionales sobre los efectos de la contaminación sobre los seres humanos? ¿Quién les dijo que es sano sentarse a comer en la banqueta con toda la porquería que flota en el ambiente?

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