No, los feminicidios no están creciendo y aquí están los datos (parte I)


Tras un análisis de los datos que pueden ser revisados por todos los interesados, se concluye que ni los homicidios hacia las mujeres ni los feminicidios han mostrado un comportamiento distinto al aumento de la inseguridad en general

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No, los feminicidios no están creciendo y aquí están los datos (parte I)
Derechos Humanos
Marzo 11, 2020 02:54 hrs.
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Las mujeres sufren distintos tipos de violencia y ésta debe ser erradicada, poniendo un énfasis especial por tratarse de un grupo vulnerable, es decir, con la misma seriedad que deben tomarse los asesinatos a menores, adultos mayores, hablantes de lengua indígena, etc.

Las recientes manifestaciones han puesto en la agenda nacional el tema y ello es un logro que no se había conseguido en años anteriores. Es un verdadero éxito que más allá de ser un tema de gobiernos, sea uno de los que se habla en el hogar y es por ello que urge aportar soluciones para aprovechar este momento.

Decir también que si bien es cierto que hay distintos grupos políticos que quieren abanderar el movimiento para sus propios fines, en ningún sentido esto debe deslegitimar el fondo del movimiento, pues éste seguirá con o a pesar de los mismos.

Se ha criticado que dentro de las manifestaciones, más allá de tener el objetivo de hacer su lucha visible -que ahora lo es-, ha faltado una serie de propuestas específicas para erradicar el problema, lo cual va desde el planteamiento de un decálogo hasta el de exigir la implementación de diversas políticas que coadyuven primero a frenar, para después disminuir y luego erradicar este tipo de violencia. Si bien la solución es multifactorial, puede comenzarse con aquello que es lo más grave que se enfrenta, a saber, los feminicidios así como los homicidios de mujeres.

El gran problema

No es complicado plantear una serie de alternativas para posteriormente exigir su implementación y monitorear sus resultados -aunque ello no se haya hecho todavía-, lo difícil es que para que existan propuestas de solución viables y reales, lo primero con lo que se debe contar es con un diagnóstico correcto de la situación y, como se demostrará a continuación, no se cuenta con los datos estadísticos adecuados para tener un diagnóstico certero.

Así, si bien podríamos no encontramos muy lejos de las respuestas que se necesitan para erradicar este mal social al señalar la cultura machista que permea nuestra sociedad, lo cierto es que la visión estaría sumamente limitada y sesgada.

Postulado I.
El fenómeno de los homicidios de mujeres no es diferente al de los homicidios en general


Como no existe una cultura por el análisis de datos, se llega a conclusiones erróneas y por tanto, aquello que se implemente bajo una premisa incorrecta está condenado al fracaso. En primer lugar, se afirma por mera intuición -y no análisis-, que los homicidios en contra de mujeres se dan bajo condiciones distintas que los homicidios en general, lo cual es incorrecto según los datos con los que se cuenta.

El documento de INEGI titulado “Patrones y tendencias de los homicidios en México” brinda datos reveladores.

El estudio, cuya gráfica a continuación se anexa, revela que aún cuando los homicidios hacia los hombres tienen una proporción 9 a 1 respecto al de las mujeres, su comportamiento es cuasi idéntico, es decir, que en pocas palabras el mismo fenómeno afecta a ambas: no son pues, variables dependientes una del otro ni reaccionan de forma distinta ante la misma problemática.



Como se puede apreciar en el gráfico anterior, tanto los homicidios de hombres como de mujeres tuvieron más o menos el mismo comportamiento, lo que significa que es un mismo factor -para llamar de algún modo al conjunto de estos- el que ha afectado a los homicidios de mujeres y hombres en general.

A partir del año 1992 vino un comportamiento sostenido a la baja hasta que en 2007 el mismo comenzó a incrementarse de manera casi tangencial, encontrando un cierto estancamiento en el periodo comprendido entre 2011 y 2012 para posteriormente ir a la baja hasta el año 2015, cuando nuevamente se presentó otro incremento.

Pese a que los gráficos están escalados 9 a 1, es notorio su comportamiento similar. Así pues, los homicidios de mujeres no han aumentado de una forma exorbitante o incluso anómala, más bien, tanto los homicidios de hombres como los de mujeres han aumentado de forma similar por un mismo fenómeno: la inseguridad que aqueja al país y el recrudecimiento de la violencia a partir de la denominada “Guerra contra el narco”.

Si bien la solución a este fenómeno no es una, al menos queda claro que “combatir fuego con fuego” no sólo no es viable sino que presentó un alza en los índices de violencia donde las víctimas las pusieron los ciudadanos y no los grupos delictivos -o la curva habría bajado tras un tiempo de dicha política de supuesto ataque frontal (se refiere a “supuesto” porque ahora se sabe que hubo contubernio entre el mandamás de la seguridad con el narco y por eso Genaro García Luna enfrenta un proceso en EEUU)-.

Postulado II.
Es falsa la generalización "Los hombres matan hombres y las mujeres también son asesinadas a causa de los hombres…"


Hablando en términos de género, es incorrecto afirmar que, como se dijo, si bien mueren 9 veces más hombres que mujeres, las mujeres son asesinadas por hombres, puesto que hay cierta reciprocidad en términos absolutos; pero además, ninguna de estas afirmaciones categóricas es cierta por una sencilla razón: los estudios que existen sobre la identidad o sexo del perpetrador, están acotados solamente al 2.2% del total; del 97.8% restante, donde hay total impunidad, prácticamente se desconoce cualquier dato sobre el homicida.

Teniendo en cuenta lo anterior, no existe valor estadístico alguno que permita tomar conclusiones sobre la identidad -y sexo- del agresor, pues en la gran mayoría de los casos, se desconoce, por lo que hacer una afirmación en uno u otro sentido, no es sólo sesgado, sino incorrecto.



Aún así, conociendo el sesgo que nos remite a poco más del 2% del total, lo que sí se puede afirmar es que de ese 2%, en términos relativos, el 42% de las mujeres asesinadas, lo fueron por su pareja sentimental mientras que en el caso de los hombres asesinados, solamente lo fue el 1.9%.

Esa misma cifra ya de por sí escandalosa, interpretada en términos absolutos, quiere decir que por cada 100 mujeres que son asesinadas por quien fuera su pareja sentimental, 40 hombres son asesinados también por quien fuera su pareja sentimental, siendo esta proporción 2.5 a 1, lo cual es un serio indicador del comportamiento, sí, pero es una proporción que demuestra que la violencia proviene no sólo de ambos lados sino que no sería sistémica.

Extrapolando el dato anterior, entre 2012 a 2019, 8 mil 483 mujeres fueron asesinadas por sus parejas sentimentales así como 3 mil 078 hombres fueron asesinados también por sus parejas sentimentales.

Nuevamente, atendiendo los valores relativos, hasta 2017, el 90% de las mujeres asesinadas tuvo el antecedente de violencia familiar mientras que ene el caso de los hombres fue del 50%; en términos absolutos quiere decir que por cada 100 mujeres asesinadas con antecedente de violencia familiar, hubo 500 hombres bajo el mismo antecedente.



La intención de los datos mostrados en este postulado no son los de minimizar los hechos ni de poner a competir quiénes son más víctimas del otro sexo, mucho menos el de justificar -si hubiera quien lo interprete de esa bizarra forma-. Sin embargo, para llegar a una solución, se debe tener el diagnóstico correcto.


Postulado III.
Los feminicidios seguirán aumentando porque no son bien cuantificados


Como se demostró en el Postulado I, los homicidios en contra de mujeres no han aumentado, al menos no en proporción distinta al que aumentó el total de homicidios. Sin embargo, una cifra que también llama la atención por lo terrible de su significado es el de los feminicidios, los cuales se han dicho que han aumentado.

Pero la estadística no está bien cuantificada y por ello, incluso si este tipo de crímenes se detuviera, seguirá aumentando en registros.

La razón es muy simple: no se encuentra bien definida.

El artículo 325 del Código Penal Federal señala que “Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género”, observando su primer falla en que no especifica que “debe ser cometido por un hombre”, como sí sucede en otros países y como la misma RAE define.

No existe problema alguno en tipificar un feminicidio así como un feminicidio a manos de una mujer -ellas también pueden matar por razones de género, incluso siendo una-, pero lo que es incorrecto es tipificar ambos delitos por igual.

Ahora bien, el asunto anterior, aunque menor, no se quería dejar pasar, como también es importante destacar que de los anteriores se excluye el aborto; ayuda o inducción al suicidio; infanticidio; parricidio, o cualquiera otra de características similares según la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia de marzo de 2018.

¿Por qué se afirma que los feminicidios crecerán incluso si el delito se controla? Se debe a las razones de género.

Porque de las 7 razones de género contempladas para tipificar un homicidio de mujer como feminicidio, al menos 3 de estas están en un error. Analicemos una por una.

I. Exista o haya existido entre el agresor y la víctima una relación de parentesco por consanguinidad o afinidad, de matrimonio, concubinato, noviazgo o cualquier otra que implique confianza, subordinación o superioridad de la que se haya valido;

Todo lo que era denominado como un posible crimen pasional -no premeditado- entra en la categoría de feminicidio. Aunque la relación de subordinación no es especialmente clara para tipificar un crimen por razones de género, este punto puede darse como válido.

II. Exista, o haya existido, entre el agresor y la víctima una relación sentimental, laboral, escolar o cualquier otra que implique confianza, subordinación o superioridad y exista antecedente documentado de violencia;

Aunque tampoco pueda inferirse de lo anterior que el asesinato se haya dado por condiciones de género específicamente, en general, este punto también es válido.

III. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;

Este punto es válido e indiscutible a diferencia de lo que pudiera suceder con los dos anteriores.

IV. A la víctima se le hayan inflingido lesiones infamantes, degradantes o mutilaciones previamente a la privación de la vida, o presente marcas infamantes o degradantes sobre el cadáver, necrofilia, o éste sea mutilado;

Al igual que el anterior, este punto es completamente válido e indiscutible.

V. Hayan existido amenazas, acoso o lesiones del agresor en contra de la víctima, o misoginia;

Solamente la condición de antecedente de misoginia sería válido. Si se trata de una acción premeditada y se tenía conocimiento de la víctima, se presume viable que existieron amenazas, acoso y lesiones, las cuales no son exclusivas de los feminicidios. Este punto pues, no es válido.

VI. El cuerpo de la víctima sea expuesto o arrojado en un lugar público;

Los asesinatos perpetrados por la delincuencia organizada en particular, aunque también por otros homicidas, cumplen con estas características y no revelan necesariamente una motivación de género para perpetrar el delito. Como el anterior, no es válido.

VII. La víctima haya sido incomunicada previo a la privación de la vida;

El punto más subjetivo de los anteriores. Gran parte de las víctimas de un homicidio es incomunicada antes de cometer el crimen, pero ello no es exclusivo ni tendría qué ver con un crimen por razones de género. Este punto no es válido.

Como derivó del análisis de los 7 puntos anteriores, aclarar que la intención no es la de tratar de reducir condenas ni mucho menos, si bien todos los homicidios pueden tener atenuantes que incrementen la pena, todos deben ser castigados sin excepción por condenas ejemplares, especialmente en los que hubo violencia.

Sin embargo, como podrá notar, en términos de registro y estadística, la ambigüedad de las razones de género -amén de no especificar que sea hecho por un hombre-, no sólo contamina la investigación y posterior diagnóstico que se realice para atender las causas, sino que coloca en una misma categoría aquellos homicidios contra mujeres que no sean feminicidios, lo cual es también un despropósito si se quiere solucionar el problema. Por ello fue que nos atrevimos a afirmar que incluso si los feminicidios bajasen, las “razones de género” provocarán -o ya provocan- una sobredimensión de casos que tiende a emparejarse con el de los datos de homicidios de mujeres.

SOBRE LA PARTE II

Como se dijo, existe un gran problema al querer procesar más datos sobre los homicidios de mujeres y feminicidios derivado de que en el 97.8% de los casos se desconoce al autor -y por lo tanto su sexo- del crimen además que del 2.2% que sí se puede consultar, en general, no se puede saber el sexo de quien perpetró el asesinato.

¿De qué tratará la segunda parte entonces?

En la segunda parte se darán a conocer los homicidios reales en contra de mujeres y hombres, que no es cualquier cosa. La razón es que desde 2013, como evidenció MCCI, existe un subregistro de homicidios dolosos, toda vez que "bajaron" de un plumazo los registros oficiales de asesinatos incluyendo estos como culposos.

Es por lo anterior que los homicidios culposos se dispararon cuando su comportamiento más bien suele ser estático. Para ello, se realizará una regresión lineal que proyecte el comportamiento de los homicidios culposos y estos serán restados al total de homicidios para obtener un aproximado del número real de homicidios dolosos. Con dicho dato, nos acercaremos más a un diagnóstico adecuado que nos permita llegar a plantear soluciones.

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